martes, 29 de enero de 2013

Alá y la lengua española

Nadie puede negar que la importancia de la cultura árabe en España es vital para entender nuestro país, ya sea en cultura, en arte o en religión (precisamente porque nuestro catolicismo a ultranza viene en gran medida determinado por una oposición cultural al islamismo). El pueblo árabe estuvo en nuestra península desde el año 711 hasta 1492, y esos son muchos años como para no dejar huella. Daré datos más concretos: desde que España es territorio como tal (entiendiéndolo como territorio políticamente unificado desde la Hispania romana) podemos decir que el pueblo árabe estuvo al rededor del 35% de nuestra historia con nosotros... Vamos, la hostia de tiempo.

Esto no podía dejar de repercutir en nuestra lengua, y efectivamente el español tiene muchísimo léxico proveniente del árabe, una de las lenguas de las que más bebe el español después del latín, obviamente. Esto nos deja palabras como "almohada", "alféizar", "aceituna" o nombres propios como "Guadalquivir" y muchos topónimos.

Sin embargo, mis favoritas son las que incluyen la palabra "Dios", que como todos sabemos, en árabe es algo así como "Al-lah", que llega a nosotros como "alá". Una de estas palabras sería ojalá, que vendría a significar algo así como "quiera Dios". Sin embargo mi favorita entre todas las favoritas, es la interjección "Olé", por todos conocida. Me encanta porque a la vez que representa algo tan hermosamente despiadado y despreciable como es la tauromaquia (lo que encanta en La Gaceta) es de origen árabe significando etimológicamente un grito para alabar a Alá (lo que disgusta en La Gaceta).

La sociedad y la lengua española están llenas de estos detalles casi anecdóticos que son al final la sal de nuestro idioma, y quien no crea que esto es verdad que se vaya al cuerno.

miércoles, 23 de enero de 2013

Neovanguardismo no hipster

La época vanguardista fue una de las épocas más convulsas de la historia de la cultura occidental. El mundo se tambaleó con la Gran Guerra, y la cultura se convirtió en la cultura de la destrucción, de la desconfianza en el ser humano, la cultura del caos. Es una modernidad más allá de la modernidad, una originalidad pura, llena de corrientes diferentes que expresan maneras diferentes de ver la realidad. Un lujo.

Este tipo de rebeliones de la originalidad ocurren en este tipo de periodos convulsos, y surgen como flores de cultura entre las espinas de la realidad social. Por tanto, era de esperar que en una realidad convulsa como la que hoy vivimos, apareciese una cultura fuerte de originalidad y cambio. Pero si la hubo, nació corrompida, como se corrompió esa vanguardia que criticaba César Vallejo. La vanguardia de los años 20 murió, pero la vanguardia de los años 10 del siglo XXI, nació muerta.

Explicaré esto: La nueva modernidad fue acuñada con el adjetivo hipster por los propios modernos gafapasta, que usan el término mainstream para designar lo contrario a sus convicciones de oposición a todo y a todos. Esta modernidad hipster se basa en lo que yo llamo "la originalidad al unísono", es decir, romper con todo (como haría un vanguardista) pero todos de la misma manera (como haría un vanguardista tardío). Por eso yo debo oponerme a esta corriente cultural gafapasta, y romper una lanza a favor de los aunténticos neovanguardistas que innovan día a día sin dejarse llevar por lo que parece original por fuera, pero está podrido por dentro, porque eso es TAN mainstream...

domingo, 13 de enero de 2013

Reductio ad comunistum

En 1951, Leo Strauss, profesor de la Universidad de Chicago, presentó en la revista Measure: a critical journal un artículo en el que plantea que cuando una discusión se alargaba demasiado, se tendía a usar el argumento del apoyo al nazismo como herramienta para concluir la discusión rápidamente. Nadie podía rebatir ese argumento, ya que podría interpretarse como un apoyo al fascismo hitleriano, algo que en los Estados Unidos de 1951, no estaba precisamente bien visto.

Leo Strauss llamó a este tipo de falacia reductio ad Hitlerum en referencia a la reducción al absurdo o reductio ad absurdum, también llamada prueba por contradicción, un método de demostración lógico. Este tipo de falacia de asociación ya no es muy popular en nuestras civilizaciones occidentales, después de que la Guerra Fría le tomase la delantera al recuerdo de la Segunda Guerra Mundial.

No hay duda de que la URSS se equivocó en muchas, en demasiadas cosas, pero es un salto inductivo demasiado grande culpar al sistema comunista de todos los males sólo porque Stalin y Mao hayan sido lo que fueron. Esto cambia la manera de usar argumentos estúpidos, y ahora las ideas políticas se demuestran como correctas por oposición a lo que, si no fuese así, sería comunismo; y el comunismo es malo. Esto nos lleva a una nueva y moderna falacia: el reductio ad comunistum.

"El capitalismo ya no funciona, el sistema económico tal y como lo estamos concibiendo está creando unas injusticias demasiado grandes", sin embargo, esto puede ser totalmente falso, por muchos ejemplos y argumentos que demos porque: "Si no somos capitalistas, caeríamos en el comunismo". ¿Y quién se atreve a apoyar un sistema que hizo un holocausto tan severo como el holocausto nazi? Esto se va más allá, y nadie quiere ni oír hablar de nacionalizar porque nos acercaría al comunismo, y se critica a partidos enteros porque su forma de pensar se asemeja a la comunista. Con este último ejemplo se me viene también a la mente una falacia parecida y muy usada, pero únicamente en España, que podríamos llamar reductio ad etarrum, pero eso ya es otra historia.

El comunismo no es el problema, igual que la democracia no es el problema, igual que ni siquiera una dictadura es el auténtico problema. El problema son las personas que lo llevan a cabo. Sin embargo, este tipo de memeces existen en nuestro mundo y no hay otra que morderse los nudillos, porque lo máximo que se puede hacer es lo que yo ya he hecho. El odio de las sociedades occidentales (procedente de los Estados Unidos) puede llegar a ser secular. Con razón McBain luchaba en aquélla película contra los "comunistas nazis". ¡Menuda alianza para provocar el rechazo de la sociedad americana!