sábado, 18 de mayo de 2013

Cartas a un Poema

Y aquí sigo, siendo el mismo que fui, y aunque esto sea mentira, el hecho de que sea mentira lo hace ser verdad. Sigo siendo el hombre fuerte que es capaz de soportar cualquier dolor excepto el que se provoca él mismo, porque nada le puede herir salvo su propia alma de padre borracho. Sigo siendo el malo de la película por intentar ser el héroe de los consejos que hieren tanto como ayudan. Y aunque sigo siendo lo que era, lo soy en circunstancias diferentes.

Mi contexto a cambiado, ni tú estás aquí (y sigo sin querer que estés, aunque cada vez menos) ni ninguno de los demás. Sólo unos pocos se quedan al lado del árbol negro con espinas, pero son esos los que son capaces de recoger los pocos frutos que a veces puede dar. Y sigo acordándome demasiado de que la corteza dañina la creaste tú, o yo, no no sé. Quizá yo la generé por culpa tuya. Puede que al final yo sólo sea un autómata que siguió su camino al azar siguiendo el patrón que le marcabas.

Nada importa ya, porque he vuelto a cambiar para seguir siendo el mismo. El cambio constante es lo más homogéneo de mi vida. Las mentiras, los cambios, las estupideces, la sinceridad (valga la redundancia) y mis más profundos sentimientos, son lo único que no ha cambiado desde aquellos tiempos en que no era más que un débil ser que sólo pensaba en... bueno, en lo que sigue pensando ahora.

Me pregunto si realmente sigo aquí, siendo el mismo que fui o si todo lo que soy y fui, es otra de mis mentiras...

No hay comentarios:

Publicar un comentario